sexta-feira, 17 de maio de 2013

Pensar Nove Décadas de Amizade (nº 54): Valentín Cabero Diéguez*


Valentín Cabero Diéguez

Admiro profundamente la escritura portuguesa que se expresa con ese vocabulario tan rico y con esa lucidez penetrante, que en Eduardo Lourenço va encadenando ideas y hechos con maestría sin igual. Sus discursos combinan con gran sentido integrador el pasado y el presente, la dialéctica sutil de las paradojas y de las contradicciones, la crítica literaria con el contexto cultural y social, o el debate geopolítico desde ángulos entreverados por escalas próximas y lejanas, envolviéndonos en una atmósfera sugerente, iluminadora e ilustrada. Su pensamiento alcanza en los ensayos literarios una altura poco común, en particular, cuando nos descubre los mundos creativos y poéticos de Fernando Pessoa.
En ningún momento, a sus noventa años, ha perdido el contacto vital con la realidad. De ahí la frescura de sus ensayos sobre la literatura actual, o sobre los problemas que nos perturban bajo la globalización y el dominio de un mercado insensible a los dramas sociales y ambientales. Nos alerta, así, acerca de la precariedad social de nuestro tiempo, a partir, por ejemplo, de su conocimiento profundo de la vida francesa y de sus sueños igualitarios. Con la crisis, la precariedad se ha convertido en una pesadilla colectiva que expresa su propia zozobra ibérica en España y en Portugal. No olvida en sus miradas retrospectivas, digamos en términos de espacio y tiempo, las herencias en la vida cotidiana del fascismo. Y otra de las grandes preocupaciones que marca su pensamiento es el futuro de Europa y de nosotros mismos; precisamente en el año 2001, se publicaron en España algunos de los ensayos más relevantes de Eduardo Lourenço bajo el título Europa y Nosotros o las dos razones, que ponían el acento en la hiperidentidad lusa y en el desinterés hispano por los problemas comunes.
De algún modo, las virtudes y actitudes intelectuales o cívicas de Eduardo Lourenço han nutrido a lo largo de estos últimos años la vida y las actividades del Centro de Estudios Ibéricos (CEI), convirtiéndose para quienes creemos en la cooperación ibérica en retos permanentes y en desafíos culturales. Por ello, personalmente me identifico con las inquietudes del profesor Eduardo Lourenço, y muestro mis respetos y agradecimiento por la amistad y convivencia fraguadas en el seno del CEI; esa bisagra de encuentro peninsular que reivindica y proclama: “todos nos somos ibéricos”.

 


*Valentín Cabero Diéguez

Professor Catedrático de Geografía da Universidad de Salamanca

Miembro de la Comisión Ejecutiva del CEI.
Texto inédito gentilmente enviado pelo Autor para Ler Eduardo Lourenço.